viernes, 30 de septiembre de 2011

PRIMER CAPITULO DEL LIBRO DEL BISONTE A LA REALIDAD VIRTUAL

Se le llama imagen-laberinto a aquélla que no dice lo que muestra o lo que aparenta .El laberinto es definido como una construcción llena de rodeos y encrucijadas en el cual es difícil orientarse. En algunas lenguas antiguas como el latín se utiliza la palabra (Imago) para designar la imagen, sombra y el alma.

El psicoanálisis se ha extendido acerca de la pulsión escópica, ya que quiere ver qué es tan característico de la inteligencia humana. La visión del ser humano posee un grado elevado de formulación cognitiva, ésta se manifiesta en la pulsión icónica. La pulsión icónica es la que nos hace ver formas y figuras en las nubes, o en manchas; revela que el hombre pone orden y sentido a lo que percibe mediante las proyecciones imaginarias. Surge de la necesidad de darle sentido a lo informe, de poner orden al desorden y de semantizar los campos perceptivos aleatorios, poniéndoles un sentido figurativo.

La percepción visual es un fenómeno cognitivo y emocional activado por un patentismo procesador fisiológico de información luminosa. El percibir se refiere a la transportación del objeto percibido por la luz al aparato ocular, es ahí donde para su perceptor pasa de ser una forma y convertirse en conocimiento; el tiempo y el espacio constituyen la base de la percepción y de la conciencia.

Para interpretar una imagen hay que basarse en operaciones consecutivas de discriminación semántica que va desde los rasgos invariantes de lo genérico o categorial, a la diferenciación singularizada de los sujetos y objetos particulares representados a través de sus propias invariantes singulares.

El ojo humano no es un perceptor neutro pasivo sino un instrumento condicionado y sujeto a un aprendizaje cultural y a un autoaprendizaje; se derivan tres funciones para la determinación de la percepción visual humana, factor fisiológico que es determinado por el equipamiento sensorial y determinismo biológico, factor cultural o sociocultural es el determinado por tradiciones o hábitos compartidos en un grupo social, el factor individual determinado por los condicionamientos personales y subjetivos.

La singularidad de la imagen icónica reside en que es una representación que se ofrece al espectador de dos maneras, transitiva y reflexiva, transitiva porque representa algo con sus formas y colores y reflexiva porque se presenta a sí misma representando algo, esto es a lo que se denomina doble realidad de las imágenes.

La imagen icónica es perceptual y cognitiva, es una categoría de representación que transmite información acerca del mundo percibido visualmente en un mundo codificado por cada cultura.

El concepto de isomorfismo es una simulación icónica al modelo isomorfico planario que representa simbólicamente la percepción visual de la realidad referencial determinada. La simulación isomorfica hace que el parecer sustituya simbólicamente el ser. La imagen icónica es una convención plástica motivada que combina en diferente grado el principio de isomorfismo perceptivo y ciertas oportunidades simbólicas de tipo intelectual propias de cada cultura que plasma propiedades de los sujetos u objetos representados.

Referirse a las convenciones de una imagen significa referirse a un sentido común textual, la imagen es producto social e histórico; las imágenes comenzaron siendo públicas, en las pinturas rupestres no había fondos ni paisajes pues representaban la esencia del sujeto por ejemplo un caballo, un bisonte, etcétera.

Levi Strauss explica que cada cultura es un conjunto de sistemas simbólicos y en cada cultura los sistemas icónicos establecidos constituyen una pedagogía de la visión orientada hacia el desciframiento de las formas canónicas de su iconosfera.

En una contemplación de una obra artística la mirada del observador recorre los meandros del texto icónico y organiza su lectura con su atención selectiva y con los movimientos sacádicos de su mirada que le conducen de lo perceptivo a lo iconográfico y a lo iconológico.

La perspectiva se convirtió en un artificio fundamental para la constitución de la imagen-escena en el dibujo y pintura occidentales. La perspectiva central constituye un modelo ilusionista destinado a simular un espacio tridimensional representado en una superficie plana, gracias a los tamaños aparentes de las figuras que decrecen con la distancia y a la convergencia de las líneas longitudinales paralelas en un punto de fuga en el horizonte a la altura de los ojos del pintor y el observador de la imagen.

La perspectiva aérea o luminosa, inventada por Leonardo para fingir el enfriamiento de los colores por la profundidad, que ofrecía la ilusión de volumen atmosférico y que los impresionistas llevarían a su extremo, pues sus efectos de profundidad y relieve se obtendrían sólo mediante colores.

La perspectiva albertiana no es una convención arbitraria, sino la solución técnica que plasma con mayor aproximación científica el modo cómo el hombre ve realmente el espacio tridimensional, aunque se trate de una visión artificial y mutilada.

La perspectiva albertariana será la estructura topográfica elegida para poner en pie la ilusión óptica hiperrealista de la realidad virtual inmersiva.

Roger de Piles afirma que la finalidad de la pintura no es tanto la de convencer al espíritu como la de engañar a los ojos y es aplicable al ilusionismo de la perspectiva central que propone una escisión entre la percepción y el conocimiento.

El arte se metamorfosea fácilmente en elogio cuando se considera bajo el ángulo de la habilidad, de la producción del engaño, el arte se define por su carácter mediador y necesariamente manipulador y que toda imagen es una representación plástica de una representación mental o sensorio-mental del artista.

El artista del paleolítico superior inventó la convención del contorno, como línea de limitación del ser vivo, en el impresionismo se erradicará la línea del contorno, haciendo de la forma una función del color, el color es también un precepto de gran potencia informativa, que se genera debido a la limitación de nuestras células fotorreceptoras por combinación de sólo tres matices: rojo, amarillo y azul. Cada color determina diferentes acomodaciones del cristalino del ojo para su visión nítida y es verosímil que estos cambios de acomodación generan una sensación de especialidad.

La imagen tiene una función ostensitiva y la palabra una función conceptualizadora; la imagen es sensitiva, favoreciendo a la representación concreta del mundo visible en su instantaneidad, y la palabra es abstracta.

La representación de acontecimientos mediante la imagen estática convocación narrativa transforma su instantaneidad ontológica en lo que Fresnault-Deruelle llama instantes durativos.

La hipoformalización de la imagen, su habilidad semántica, su capacidad de transgresión y de seducción, su carga afectiva, su facilidad metamorfoseadota y la acumulación de sus estratos de sentido, la aproximan a los textos oníricos.
La imagen-escena habla el mismo lenguaje que los sueños y de ahí deriva su capacidad paradójica, su turbador ilusionismo, su eficacia para la comunicación emocional, su sugestión libidinal y sus enormes potencialidades para el engaño de la confusión

No hay comentarios:

Publicar un comentario